Enviar Whatsapp

Novedades

Escucha efectiva: ¿qué escuchas al escuchar?

15 abril, 2021

Sabemos que para que toda comunicación sea eficaz, debemos ser capaces de realizar una escucha efectiva.

escucha efectiva

En cuanto oímos sonidos convertidos en palabras y frases, también percibimos otros componentes que se hacen presentes en el acto de escuchar. Uno muy importante es la visión, y muy particularmente, la capacidad de observar la corporalidad del orador.

Tal es así que, en una comunicación cara a cara, factores como: la postura corporal, la gestualidad facial, los movimientos de las manos y del resto del cuerpo, y el patrón de respiración, pueden ser en ciertos casos más importantes que los factores auditivos. Es decir, hacemos una interpretación de lo que oímos, y al relacionar el escuchar con la acción de interpretar, estamos reconociendo el carácter activo de la escucha.

Por lo tanto, si escuchar involucra “oír + interpretar’’, cada vez que nos encontramos escuchando, estamos muy activamente procurando hacer sentido de lo que se está diciendo.

Proceso interpretativo

Toda interpretación se realiza desde un pasado, desde una tradición de sentido que remite tanto a nuestra historia personal como a la historia de la comunidad a la que pertenecemos y en la que hemos crecido. Es así que de esta historia surgen elementos que se activan en la escucha, como por ejemplo: prejuicios, opiniones, modalidades de valoración y patrones habituales de conferir sentido, los cuales se ponen en acción en el proceso interpretativo.

También, de la misma manera que en una interpretación emerge el pasado, aparece el futuro o, para decirlo mejor, la mirada que en el presente desplegamos hacia el futuro y sus posibilidades. Escuchamos desde nuestras expectativas, desde lo que consideramos que debe o podría pasar. Entonces, la escucha está condicionada además, por los espacios que cerramos. Es decir lo que excluimos del ámbito de lo posible.

Al preguntarnos de qué manera cada uno interpreta lo que le dicen, debemos reconocer que lo hacemos desde una historia particular (pasado) que nos hace ser, en el presente, un tipo de observador (de intérprete) particular. Es decir que cada individuo interpreta lo dicho por otro a su manera.

Brecha entre orador y oyente

En la medida que la escucha efectiva es una interpretación que hacemos de lo que el otro dice, siempre será una aproximación, más o menos certera, de lo que el orador ha buscado expresar. Ello implica, por lo tanto, que siempre habrá una brecha, entre el orador y el oyente.

Tomar conciencia de la existencia de esta brecha en toda comunicación, nos permite hacernos cargo y asumir la responsabilidad de la misma, de tal forma que permita garantizar un espacio viable de coordinación de acciones y que no termine por destruir una relación.

Una buena relación es viable si se logran, desde el respeto, manejar las diferencias. Luego en la medida que reconocemos la existencia de esta brecha, podremos también hacer una suerte de monitoreo y gestión de la misma, y procurar que ella no alcance proporciones críticas. El respeto por las diferencias y la responsabilidad que desarrollemos por reducir ese distanciamiento, son las dos grandes herramientas que disponemos para enfrentar el desafío de la escucha.

Ahora bien, este desafío nos lleva a tener en cuenta distintos aprendizajes. Por un lado, identificar algunas acciones que nos permitan detectar la brecha para luego buscar la manera de reducirla. Y por el otro, un cambio en la manera de interpretar, lo cual implica una radical transformación en el tipo de observador que estamos siendo.

Herramientas para la escucha efectiva

Si bien, no existe una receta que nos permita hacernos cargo de este desafío, podemos recurrir a algunas acciones específicas que pueden sernos de utilidad. Por ejemplo:

  • Verificar la escucha
    Esto lo puede hacer tanto el orador como el oyente. Siendo orador podemos solicitar que nos comenten con sus palabras lo que hayan interpretado de lo dicho. Siendo oyente podemos sospechar de nuestra escucha aunque estemos seguros de entender y solicitar verificar si lo entendido se acerca a lo dicho, expresando con nuestras palabras lo interpretado.
  • Compartir inquietudes
    Siempre que hablamos lo hacemos desde la posición de algo que nos inquieta. Mostrar la inquietud que mueve a decir lo que decimos, nos permite reducir la brecha de la escucha.
  • Indagar
    Para ello, solicitaremos al orador que nos proporcione más información de manera de afinar, de corregir, lo que hasta el momento hemos escuchado.

En fin, poner en práctica estas herramientas puede acercarnos en la escucha efectiva. Sin embargo, si lo que estamos necesitando es profundizar en la misma, tal vez sea conveniente acompañarla con un proceso de reflexión que, con ayuda de un coach, pueda ayudarnos en la transformación del observador que estamos siendo.